No se trata de conveniencia política, como han dicho algunas voces, más bien sella la alianza estratégica del Gobierno colombiano con Rusia, China y Venezuela. El comunicado de la Embajada de la Federación Rusa lo desenmascaró: «Valoramos mucho las declaraciones hechas por el presidente Gustavo Petro de que los equipamientos militares de producción rusa utilizados por el Ejército Nacional de Colombia no serán entregados a Ucrania».
El hecho de que Rusia haya «valorado» positivamente el gesto es suficiente para comprender que la llamada «neutralidad» es en realidad la manifestación del apoyo que profesa Petro a los regímenes autocráticos de Europa, Asia y Latinoamérica. «¡Qué Ucrania ni que ocho cuartos!», exclamó Petro. Pese a su lapsus de honestidad, salió al paso con el discurso de la paz para justificar por qué Colombia debía ocuparse de sus problemas en lugar de combatir las graves violaciones al derecho internacional que se han dado durante la guerra de Putin contra los ucranianos.
Los comunicados del Gobierno parecen improvisaciones irresponsables, pero con el paso del tiempo sus decisiones muestran que, quizás, se trataba de verdaderas intrigas maquiavélicas: cortinas de humo en el camino hacia el poder total, manifestaciones que esconden que se están forjando alianzas con Maduro y Putin. De los sucesos de esta semana es clave mencionar el asunto minero-energético para identificar los indicios que nos permiten poner en consideración esta posibilidad:
Primer hecho indicador: «No vamos a conceder nuevos contratos de exploración de gas y de petróleo», dijo la ministra Irene Vélez en Davos. Segundo hecho indicador: «La semántica deja clarísimo que podríamos lograr ese autoabastecimiento si tomamos las decisiones adecuadas», aclaró la ministra Vélez respecto del documento titulado Balance de contratos de hidrocarburos y recursos disponibles para la transición energética justa, con el que sustentó la afirmación del primer hecho indicador. Tercer hecho indicador: Belizza Ruiz, la viceministra de Energía, contradijo abierta y directamente a la ministra Vélez, e insistió en que no firmó el mencionado documento de balance contractual. Cuarto hecho indicador: Felipe Bayón, quien lideró el descubrimiento de los pozos Gorgón y Uchuva, que podrían abastecer a Colombia, saldrá de la presidencia de Ecopetrol el 31 de marzo de 2023. Quinto hecho indicador: Petro, mediante una cuestionable decisión desde los puntos de vista técnico y jurídico, «reasumió» la competencia de controlar los precios de los servicios públicos, entre los que se encuentra el gas.
¿Espontaneidad o estratagema? Venezuela, el aliado estratégico de este Gobierno, cuenta con la octava mayor reserva de gas en el mundo, así como la mayor reserva de petróleo. Aunque haya perdido su rentabilidad por las fuertes sanciones de los EE. UU., las reservas siguen existiendo bajo tierra y podrían ser la llave para que el régimen de Maduro recupere su economía.
Así pues, podría decirse que la «decisión adecuada» de la que habla la ministra Vélez consiste en allanar el camino para que Colombia financie indirectamente el Gobierno venezolano comprando gas producido en ese país. Sin importar que esto implique sacar a cualquier directivo desalineado, como Bayón o Ruiz, o dejar de producir numerosos empleos en Colombia, los hechos indican que Petro ya tomó la decisión. Recordemos que hace muy pocos días el Gobierno decidió abstenerse de renovar la flota de cazas colombianos. ¡Claro! Es una compra innecesaria si seguimos fortaleciendo nuestra relación con Venezuela y sus aliados, incluyendo al fabricante de los aviones Sukhoi, la Federación Rusa de Putin. Adiós Estados Unidos, bienvenidos Rusia, China y Venezuela. Los nuevos mejores amigos del régimen petrista.
Autor: Juan Manuel Galán Pachón.